Violet Disaster o de cómo las cosas no salen siempre bien.

Envalentonada por tres éxitos chocolateros consecutivos (besos de chocolate, corazones derretidos de chocolate y huevos de chocolate, y por éxito entiendo que «algo» que he pensado hacer,  sale más o menos según lo planeado), me lié la manta a la cabeza y decidí embarcarme en un nuevo proyecto de galletas después de ver esta foto de Fresa Fiori, que hace cosas preciosas:

Y sin encomendarme ni a Dios ni al diablo decidí que mi próximo proyecto se llamaría “Murrinas Millefiore Cookies”, sabrían a violeta y tendrían aspecto de violetas.  Me pasé buena parte de la noche viendo videos en Youtube sobre cómo hacerlas. ¡Parecía tan fácil! Os dejo este que es para hacer caramelos,  la técnica es muy similar, pero el producto final resulta mucho más dulce:

¡Gracias por el enlace María Villar Saborido!

El miércoles hice masa y la teñí.

A continuación pase horas, literalmente, haciendo rulitos de masa coloreada a base de superponer finas tiras de  la misma.

No quiero acordarme.

Pero es que la masa de galletas, no es arcilla, ni caramelo, ni ningún tipo de polímero, ni nada que se le parezca. Hice las barras de los pétalos muy grandes, las acople mal y, por más que esperé a que se enfriase el cilindro final, a pesar de utilizar uno de mis super cuchillos de cerámica japoneses, el corte transversal de la masa era feo, irregular y rugoso.  ¡Un desastre!

Así que me di el gusto de hacer como los artistas de las películas, destrozar mi obra en un ataque de irá  a base liarme a golpes con el rodillo.

¡Feliz fin de semana!

Un beso, Miriam G.

Tengo el corazón derretido, literalmente.

Al ver esta foto lo lógico es pensar: ¡Uhm chocolate calentito! Pues no, el mini cupcake no acaba de salir del horno. Está a temperatura ambiente, y eso que estos días en mi casa hace más bien frio. ¡Dios mío!, ¿por qué el constructor malagueño no instala nunca calefacción?

Y os preguntareis en qué consiste el truco. Pues en poner leche condensada para que al fundirse el chocolate se mezcle con ella.

¿Leche condensada?  Leche condensada desnatada, que fue lo que encontré cuando abrí la nevera, la utilizo como pegamento para la pasta de azúcar.

¿Os acordáis de las falsas galletas coulant? Pues quería hacer falsos mini cupcakes coulant para San Valentín. El truco del coulant auténtico es que se sirve caliente,  recién hecho. Si se enfría ya no es coulant.  Me puse a buscar recetas por la red, pero en todas se repetía lo de poner un trocito de chocolate dentro, pero es un hecho cierto que cuando se enfría el chocolate vuelve a su estado natural, es decir, la solidez, y yo lo quería derretido para siempre. La primera idea fue «ponle un pegote de Nocilla, Miriam…» Pero es que yo no soy «nocillera», ni «nutellera» ni nada que se le parezca,  a mí me gusta el chocolate  y, si puedo elegir, no bebo cava,  prefiero y bebo champán francés, ja, ja, ja.

Tenía además un chocolate Valrhoma buenísimo, esperando a que encontrase la receta adecuada para él. Entonces se me ocurrió: ¡tengo que disolver el chocolate en un líquido! Abrí la nevera y lo primero y, para qué engañarnos, lo único que encontré fue leche condensada.

Así que preparad la masa de vuestra receta preferida de cupcakes de chocolate, la mía es ésta. Esta vez sólo la modifiqué un poquito, cambié el azúcar por azúcar moreno, por aligerarle un poco el dulzor, para que luego la leche condensada lo equilibrase.  Y no le eché aroma de avellanas, sino doble ración de vainilla.

Se rellenan las capsulitas un poco más de mitad, se pone la leche condensada con alegría, sin timideces, y encima el chocolate (con el chocolate uno siempre tiene que ser generoso), después se cubre lo justo y al horno 8 ó 9 minutos. Y os aseguro que son los auténticos mini cupcakes voladores, casi no consigo que el padre de las criaturas los probara.

Las capsulitas son de Wilton, pero los toppers los hicimos nosotras, entre las tres. El otro día les compré a cada una unas tijeritas de ondas, y llevamos entretenidas un montón de tarde con todo tipo de trabajos manuales. 1,65 cada tijera, anda que si lo llegan a saber los Reyes Magos…

¡Feliz San Valentín a todo el mundo!

Un beso, Miriam G.

Bizcocho de matalahúga (o de como yo también tengo abuela, ea)

Por culpa de Susana de  La casita dulce de las flores nos hemos vuelto adictas a las especias de Nomu. El otro día estuvimos allí para hacer acopio de unos cuantos botes más y nos dio una muestra del Sweet Rub, que es dulce:

Tiene una mezcla de canela, azúcar, clavo y nuez moscada y en la etiqueta decía que se puede espolvorear por encima de bizcochos.  Pero ¿en cuál? mmmmm, bizcocho, canela, azúcar, ¡mi abuela! ¡el bizcocho de matalahúga de mi abuela!  Por fin ha llegado mi oportunidad de sacar pecho yo también y decir que tengo una abuela que hace unos dulces deliciosos.

Aquí van los ingredientes

3/4 de taza de aceite de oliva virgen extra

1 taza de leche

3/4  de taza de azúcar en grano

1 taza y 1/2 de harina de repostería

1 tsp matalahúga o anís en grano

1 sobre levadura royal

1 tsp canela molida

Y no, no lleva huevo.

Y la preparación (muy fácil):

Se mezcla todo y se pone en un molde de unos 20 cms de diámetro previamente untado con aceite de oliva.  Se espolvorea o no con la mezcla de Sweet Rub y se mete en el horno a 180º con ventilador durante 40 minutos. Y en esos cuarenta minutos vereis cómo se expande por toda la casa un delicioso aroma a dulces de los de antes, ¡mmmm, ahhhhh! serán los sonidos que se oirán en vuestras casas mientras la mezcla anterior se convierte lentamente en un bizcocho.

Por cierto, es un bizcocho muy jugoso, con el paso de los días no se reseca absolutamente nada.

Un beso,

Estíbaliz

Un secreto familiar

Esta receta es facilísima de preparar. No necesitamos robot de cocina, ni harina de repostería, ni azúcar glas, ni tamizar ninguna de las dos.

La receta original, del abuelo de mi madre, utiliza unas cantidades poco ajustadas a los tiempos modernos:

–       3 Kilos de Harina

–       1 Kilo de azúcar

–       1 Litro de aceite

–       ½ Litro de zumo de Naranja

–       ½ Litro de Anís del Mono

–       6 sobres de levadura royal

La cuarta parte sale estupenda:

–       750 g. de Harina todo uso

–       250 g. de azúcar blanquilla

–       ¼ de Litro de aceite, yo utilicé Fuente de Piedra.

–       125 ml de zumo de Naranja

–       125 ml de Anís del Mono

–       1 sobre y casi otro de levadura royal

Ponemos en un cazo a calentar el aceite con la cáscara de una naranja. El aceite debe alcanzar una temperatura alta, pero tenemos que tener cuidado de que no se nos queme.

Por otro lado en un recipiente grande ponemos todos los ingredientes solidos y los mezclamos. Sobre ellos echamos el zumo de naranja y el anís. Y volvemos a mezclar. Nos queda una mezcla muy seca, como esta:

Sobre dicha mezcla vertemos el aceite muy caliente del que previamente hemos retirado la cáscara de naranja. Revolvemos con una cuchara de madera y después amasamos. El resultado tiene aspecto aceitoso, pero pensad que solo lleva 174 de litro de aceite para 750 de harina, solo parece grasienta, no lo es.

Estiramos y cortamos. Pintamos con leche y espolvoreamos con azúcar, o espolvoreamos sólo con azúcar o le ponemos piñones, lo que queramos.

Horneamos unos 15 minutos, quizá más. Y tenemos unas deliciosas tortas cardiosaludables, VEGANAS (si no las pintamos con leche) y deliciosas, mis hijas las devoran.

Nota: El aceite de Fuente de piedra es para mi gusto es perfecto para esta receta, al proporcionar un sabor único, muy natural, a hierbas con un toque frutal que combina a la perfección con el anís y la naranja.