Cómo hacer galletas con aire vintage en un plis plas

Hacer estas galletas es sencillísimo. La única complicación, si es que se le puede llamar así, es conseguir los transfers de chocolate. Los que hemos utilizado son de la casita dulce de las flores.

El transfer se aplica sobre chocolate fundido que al solidificarse arranca el dibujo de la lamina donde esta colocado. Mirad este video:

Pero entonces ¿cómo lo aplicamos sobre la glasa? ¿Utilizando la extorsión? Casi, casi. Lo más importante es que la glasa no sucumba a la presión. Como ya hemos explicado en función de la proporción de proteína y azúcar la glasa será más o menos resistente. Cuanto más azúcar lleve, más fácil es que al presionarla se deshaga. Una vez que sabemos que la glasa aguantará, ponemos los transfer sobra la tapa de una cacerola con agua hirviendo durante unos minutos para que tomen algo de calor, no estamos completamente seguras de que este paso sea necesario, pero suponemos que algo ayuda.

A continuación lo aplicamos sobre la galleta en plan “rasca y gana”, teniendo cuidado de que no se mueva, y ya está. Sí, nada más.

Como hacer Falsas (y sin embargo deliciosas) galletas-coulant

Ya os he dicho que la receta de galletas de chocolate de Lilaloa es mágica. Cada vez que la preparo introduzco un ligero cambio y siempre siempre consigo galletas deliciosas. El jueves le puse más cacao, mucha más vainilla y aroma de avellana. La cosa quedo así:
· 1 Barra de mantequilla  de 250 gr.
· 300 gr. de azúcar molida en la thermomix o sin moler.
· 2 Huevos ecológicos o de corral, esta vez en lugar de elegir los más pequeños, elegí los más grandes.
· 1 Una cucharada de olorosa  vainilla bourbon
· 1 Una cucharadita  de aroma de avellana
· Un cucharadita de sal
· 90 gramos de cacao en polvo. Yo uso el de la marca Valor.
· 425 de Harina de repostería.

Como siempre mezclamos la mantequilla y azúcar, después le incorporamos los huevos, la vainilla, el aroma de avellana,  el cacao y, cuando tengamos una mezcla homogénea, la harina en tres veces. Amasamos un poco, y la dejamos reposar unos minutos.  La estiramos bien gordita, 1 cm, entre dos papeles de horno. Y no, no, no: esta vez no la metas en la nevera,  necesitamos la masa blandita.
Después cogemos nuestro nuevo cortador de importación, realmente «caro» (1 euro):

Y lo comparamos con la masa estirada pero ¡si es más bajito! ¡Horror! Aun así, lo ponemos encima y apretamos con fuerza y ¡“ta da”! en el centro del cortador aparece un corazón digno de un oso amoroso.

En la foto era todo tan rosa que corté la masa encima de un papel de horno. Pero os recomiendo que lo hagáis sobre un tapete de silicona para que, al levantar el cortador, se quede en el tapete. Sobre papel de horno a veces se queda en el tapete y otras no. Supongo que conocéis, y si no lo sabíais os lo cuento yo ahora, los factores que influyen a la hora de dónde se queda la galleta después de cortarla:

1) Temperatura de la masa. Cuanto más fría esté la masa, hay más posibilidades de que se quede en el cortador lo cual es deseable la mayoría de las ocasiones.

2) La superficie donde cortamos. A la misma temperatura, es más probable que se quede en el cortador si cortamos sobre papel que si cortamos sobre silicona.

Una vez que las tenemos cortadas las metemos en el horno 11 minutos.

¿Por qué les he puesto ese nombre? Porque cuando me comí la primera, y me la comí caliente, me recordó al coulant, sabor intenso, crujiente por fuera y (s)untuosa por dentro. ¡Deliciosa!

Un beso, Miriam G.

How to make cookies for Sheldom Cooper

Se acabaron las navidades ¡menos mal! No hay estómago que lo resista. Mis compañeros de trabajo aprovecharon una de esas copiosas comidas navideñas para arrancarme la promesa de que les haría galletas a la vuelta de vacaciones, y no puede negarme, no me llegaba sangre al cerebro, la tenía toda en el estómago.

Lo primero que se me ocurrió fue “La guerra de las galaxias” ¿A qué friki no le gusta la guerra de las galaxias? ¿Mis compañeros de trabajo son frikis? ¿Frikis? ¿He dicho Frikis? No para nada, no son frikis, que va, son informáticos.  Pero lo segundo fue que no me apetecía hacer impresión comestible, no queremos que nos encasillen en ese papel, literalmente.

Y de repente viendo un capitulo de Big Bang Theory, lo tuve claro: “Para entender la recursividad, primero hay que entender la recursividad”. Efectivamente lo habéis adivinado, me decidí por hacer unas torres de Hanói.

Así que manos a la obra. ¿Cómo hacer la base de las torres?  ¡Menudo problemón! Use distintos cortadores: bandejas, moldes de bizcocho, plantillas de papel de horno, nada. No daba con el tamaño justo y me volvía loca para acertar la posición de los palitos. Y entonces recordé algo que decía mi profesor de Control digital, el mejor modelo es de entre los más sencillos el que más se acerca a la realidad a modelizar. Tenía la solución delante. Agarré las torres de Hanói que adornan la mesa de mi compañero de despacho y me las eché al bolso. Cuando llegué a casa forré la base de papel film, y la usé como plantilla, un cuchillo muy afilado y ya tenía base.

Vamos con la segunda dificultad. Los puñeteros palitos, no había forma de sujetarlos… Se obstinaban en caerse y dejar inservible los galletones de la base. Para gran alegría de mis hijas, que se las zamparon sin preocupación ninguna.

Y me preguntaréis ¿por qué no hacías simplemente los agujeritos y luego lo pegabas con glasa marrón? Porque si había usado harina, mantequilla y huevos ecológicos, e iba a presumir de que eran sanísimas y sin gota de colorante, ¿cómo iba teñir de marrón la glasa?  Y entonces llegó Estibaliz y dijo eso que responde a tantísimas preguntas. ¿Qué te apetece? ¿Qué es lo que más te gusta? ¿De qué son las galletas preferidas de María? ¿Qué alimento te gustaría que tuviese muchísimas menos calorías? ¿Con que quieres experimentar  este año? Efectivamente lo habéis vuelto a adivinar ¡CHOCOLATE!

Para las piezas utilicé nuestras tres recetas estrella: chocolate, avellana y vainilla. Y cortadores redondos rizados:

Les encantaron. Se las comieron todas, que para eso las hice, para que se las comieran.

Un beso, Miriam G.