No prepares glasa con humedad ambiental y otros 10 errores a evitar

Llevaba meses queriendo hacer galletas para mis dos preciosos sobrinos, niño y niña, viven en Madrid. La semana pasada me lo marqué como objetivo único y excluyente, hacer un buen montón de galletas, muy sabrosas, y con dibujitos animados, y ninguna galleta más hasta que no terminase ésas.

Problema número 1: la masa. Tuve que hornear dos veces las galletas, porque como todos sabemos “festina lente”, y por no esperar a que la masa estuviese lo suficientemente fría antes de estirarlas, me salieron burbujas en la mitad de la galletas. Solucionado, me las he comido.

Problema número 2 (y gordo): la glasa. ¿No os ha pasado alguna vez que después de 100 mayonesas perfectas, una mañana se os corta una vez tras otra? A mí no. Nunca. Y con la glasa tampoco: siempre dura como una piedra al secarse… hasta la semana pasada. Entre viernes y sábado preparé glasa 4 veces y, siempre parecía ir todo bien, las dos primeras veces incluso las teñí de varios colores. Pero con el paso de las horas en lugar de endurecerse adquiría un aspecto ligeramente poroso y al presionar con mi dedo se hacía polvo. Siempre que hago glasa cojo una boquilla del 16 y echo sobre un papel de horno una tirita, al cabo de un rato largo se endurece de tal manera que cuesta romperla, y si se rompe se hace trozos en vez de convertirse en polvo.  Este es el aspecto (consistente) que tiene que tener:

Los que vivís en Málaga sabéis el tiempo que tuvimos el fin de semana: levante y una humedad que se cortaba. Pero en Málaga no ocurre como en Mary Poppins, donde se canta “Viento del este y niebla gris, anuncian que viene, lo que ha de venir” y entonces llegaba una bruja buena, Mary Poppins. Aquí (Málaga) llega una bruja mala que te arruina la glasa con una facilidad misteriosa.

El domingo a media tarde cambió el viento, entró poniente que se llevó la humedad ambiental (¡Desde mi terraza creo que podía ver hasta Fuengirola!) Los colores del horizonte eran otra vez brillantes, como patrocinados por la gama “electric” de Americolor. Con poniente y sin humedad la glasa me salió perfecta.  Conclusión, nunca hagas glasa si el viento no es favorable ja, ja, ja.

Aquí os dejo otras 10 cosas que intentamos evitar:

•    No te comas la masa cruda:  engorda
•    No te comas la masa horneada:  no te engañes, sigue engordando
•    No te comas la glasa:  sí, no lleva grasa, pero también engorda.
•    No tires la glasa que te sobra, puedes hacer rosas o centros para margaritas, por ejemplo.
•    No hagas nunca las galletas justas:  siempre se rompe alguna, o la estropeas, o tu hija te la quita.
•    No dejes nunca las galletas al lado cerca de algo que se pueda derramar, porque se derramará, y lo hará sobre ellas.
•    No te inclines sobre las galletas cuando las estés decorando (ya sé que estás cansada) pero las líneas y tu espalda saldrán perjudicadas. (Elevate your work)
•    No le añadas agua a la glasa sino es con un flis-flis.
•    No te pases añadiendo colorante, los tonos suben, para cuando las burbujas de aire lleguen la superficie, tendrás un tono o dos por encima del original.
•    No uses una manga pastelera 4 horas después de haberla llenado. El agua se habrá separado y te arruinará la galleta. Sácala, remuévela y vuelve a esperar a que suban las burbujas. Parece un rollo, pero no lo es tanto con este método.

Para acabar os recomendamos una lectura similar a ésta, pero de mucha mayor utilidad: 10 Keys to Cookie Decorating Success {Or 10 Mistakes to Avoid}

Casi no las pongo, estas son las galletas que van camino de Madrid:

Fin de curso (y III)

Fin de curso y nueva etapa, la de primaria para mi niño. Aún recuerdo cuando lo llevé al cole por primera vez. Sólo tenía 2 añitos (es verdad que cumplía los 3 al mes siguiente, pero así suena más dramático) y todavía no controlaba del todo el pipí. Así que fueron días de muchos cambios para él y para mí. Cuando se dirigía a la fila para entrar en clase el pobre iba llorando y yo me quedaba mirando aguantando el tipo como podía. Hasta que un día entró sin llorar y la que se puso como una magdalena fui yo.  Durante ese curso y el siguiente su seño Meri fue la que le enseñó  a leer y a escribir sus primeras palabras, a respetar a sus compañeros, a compartir y a muchas cosas más. Por todo ello, lo mínimo que pudimos hacer para agradecérselo fue hacerle una galleta de puño y letra de Germán:

En el último curso fue la seño Juani la responsable de que Germán lea ahora asombrosamente bien y escriba de maravilla.


Por  último, desde aquí, sólo puedo dar las GRACIAS a Meri y a Juani por haber sido dos de las personas más importantes en la vida de mi hijo durante los años más especiales del cole.

Un beso,

Estíbaliz

20 libros que negarás haber leído

Borges en la introducción a su biblioteca personal realiza la siguiente afirmación: “A lo largo del tiempo, nuestra memoria va formando una biblioteca dispar, hecha de libros, o de páginas, cuya lectura fue una dicha para nosotros y que nos gustaría compartir.”
Pero ¿Qué pasa con aquellas lecturas que no queremos compartir? ¿Con las inconfesables? ¿Con las que negaremos tres o cien veces? ¿Qué hacemos con ellas? El equipo de Mensaje en una galleta ha encontrado la solución. “Comérselas”


Por si tenéis curiosidad os dejo los 20 libros, que en la fotos no salen todos.

Un beso,

Miriam y Estíbaliz