Tenemos Departamento de Calidad

Desde que Miriam me contagió la enfermedad diagnosticada como «necesito decorar galletas por encima de todo» hemos tenido un periodo de rodaje en el que hemos aprendido y experimentado mucho, tratando de encontrar la mejor receta de galletas, la mejor técnica para decorarlas, buceando horas y horas por internet, y metidas horas y horas en la cocina.

Ahora se puede decir que ya tenemos una receta de masa de galletas «estable» (como diríamos los informáticos) y una técnica de decoración también estable.
Cuando empezamos a aplicarlas, me di cuenta de que Miriam tenía un defecto (sólo uno): alcanzar la perfección en la decoración de galletas. Para que veáis a lo que me refiero os cuento que he tenido que aguantar frases como: que si no tamizas la harina, que si no dejas la mantequilla a temperatura ambiente, que no tamizas el azúcar glas, que esto tiene rebabas, que estas galletas deberían tener un grosor de 6 mm y miden 9 (¡increíble, las mide y todo!). Ya la he bautizado como el Departamento de Calidad de «Mensaje en una galleta», así que cuando quiero pedirle su opinión le digo: «¿Y qué piensa de esto el Departamento de calidad?».

Tendríais que verla pegada a la pantalla del ordenador cada vez que ve una foto en internet de galletas decoradas soltando un «¡qué mal hechas son!», que traducido del habla malagueño al castellano estándar (otra vez salió la vena informática) quiere decir que son unas auténticas chapuzas. Y lo dice ya hasta de las que llevan decorando toda su vida galletas y están al otro lado del charco.

A raíz de esto, ahora cada vez que le tengo que enseñar las galletas que he decorado saca «sus rayos X» y espero nerviosa a que me dé el veredicto. Si me dice: «¡qué bonitas!», quiere decir que ha visto algo que está mal. Hace unos días tuvimos que hacer unas cuantas de comunión y me pidió una muestra para enseñársela a un familiar. En estos casos, cualquiera le daría la que peor estuviera decorada, yo, en cambio, le di la más perfecta de todas para que pudiera pasar la prueba de los rayos X. Así que se la arrimó al ojo (sólo le faltó sacar la lente de aumento que usan los joyeros) y empezó a escudriñarla de arriba a abajo, de izquierda a derecha. «Está perfecta». Prueba superada.

Después de llevar unos cuantos meses trabajando con ella en el mundo de las galletas(otra cosa son los siglos que llevamos colaborando como programadoras), me he dado cuenta de que me ha contagiado. No quiero que otra Miriam que haya por ahí vea mis galletas y diga «¡qué mal hechas son!». Quiero que mis galletas decoradas sean perfectas, que la glasa no tenga burbujas, que esté lisa, sin arrugas (parece un anuncio de crema hidratante), que las líneas sean rectas cuando tengan que serlo y, a ser posible, que no se distinga el flooding del pipping, etc, etc. y que sea una galleta deliciosa a la vista y al paladar.
Sé que la perfección no es posible pero, a pesar de todo, no nos conformamos con el trabajo que acabamos de hacer, haremos todo lo posible para que la siguiente vez sea más perfecto.

Y para finalizar os dejo unas galletas de los Bubble Guppies que seguro que no pasarían el control de nuestro Departamento de Calidad:

Un beso, Estíbaliz

Como hacer una escalera de color con sólo dos (quizá tres) gotas de glasa.

Escalera de Color

María, mi hija pequeña, no es muy amiga de las galletas decoradas, se come las galletas antes de ponerles nada por encima y si no la vigilase muy de cerca se comería la masa cruda. Pero a pesar de no gustarle la glasa, siempre está dispuesta a apropiarse de una flor, de un coche, o de una oveja, de la más bonita que haya sobre la mesa. Le pega dos mordisquitos y el resto acaba hecho migas y repartido por toda la casa. En mi lucha contra las migas se me ocurrió la idea de decorar las galletas con la mínima cantidad de glasa posible. Las violetas de la foto realmente llevaban dos gotas de glasa, los naipes de este tutorial, una gota más. La técnica aplicada es la misma para una y otras.

Vamos a hornear galletas con forma de naipe, necesitamos un cortador con forma de naipe… ¡horror, no tenemos! No importa, fabricarse uno es realmente sencillo. Sólo es necesario comprar un transatlántico. Una vez comprado, comprobaremos que en los camarotes hay una especie de pieza metálica que sujeta una bandeja para colocar el jabón junto al lavabo. Si lo desmontamos, ya tenemos nuestro cortador. ¡Y si el barco es grande tendremos centenares de ellos! Es broma, sólo quería asegurarme de que seguíais leyendo, porque mirar sólo las fotos es una tentación. Necesitamos, ahora en serio, un naipe, vale una carta de Bob Esponja como la de la foto, un trozo de plástico rígido (de uso alimentario), un lápiz y unas tijeras. Marcamos el contorno, recortamos, lavamos muy bien el plástico y listo.

Para un cortador

Para cortar la masa, apoyamos el plástico y por todo el borde pasamos un cuchillo muy fino, la masa tiene que estar fría para que no se nos venga abajo. Si mientras cortamos los naipes notamos que se nos han calentado un poco, los metemos unos minutos en la nevera. Ahora necesitamos algún cortador pequeño con forma de corazón.

Con la masa de las galletas bien fría procedemos al vaciado de los corazones. Y volvemos a meter la bandeja en el frigorífico. Si se calienta, no sólo perderá la forma, sino que embadurnará a los corazones rojos y no tendremos un perfil definido.

Sacamos nuestra masa roja, yo la he teñido usando primero el red no taste de Wilton que, como su nombre indica, no modifica el sabor de la galleta pero, en honor a la verdad, tampoco la deja muy roja, y cuando veo que ya sólo necesito un empujoncito para subir a rojo rojo utilizo el red red de Americolor.

Con la masa muy fría, recorto los corazones que necesito y alguno más por si acaso, y meto de nuevo los corazones en la nevera.

Cuando, tanto los naipes como los corazones, están fríos hacemos el montaje y ya está listo. Hemos terminado, o casi.

Horneamos unos 10 minutos a 175 grados y dejamos enfriar sobre una rejilla.

Cuando la galletas están bien frías, a mí me gusta decorar por lo menos un día después, les ponemos con glasa una A al as, un 2 al dos, un 3 al tres, un 4 y un 5 según corresponda y terminamos con esos corazoncitos tan monos de la baraja francesa situados debajo del número que indican el palo.

Como todas sabéis un corazón no son más que dos lágrimas. Karen de Karen’s Cookies lo explica aquí estupendamente: http://www.karenscookies.net/Piping-Teardrops-Hearts_ep_61-1.html. Dibujar letras y números ya no es tan sencillo, yo todavía necesito unas 400 horas más de práctica. Me ayudó mucho leer a Bridget de Bake at 350: http://bakeat350.blogspot.com/2011/02/how-to-pipe-letters-with-royal-icing.html.

Y esto es todo. Bueno, una cosa más, con la masa roja que me sobró hicimos cochecitos y los decoramos entre Candela (7 años) y yo, nos lo pasamos bomba. Creo que nos quedaron estupendos a pesar de parecerse bastante a unos cruasanes.

Un beso, Miriam G.