La glasa que no deja nunca de adornar y una receta pequeña

Con esta entrada voy a zanjar  tres temas a los que he dado muchas vueltas:

· ¿Qué hacer con la glasa que sobra?

· ¿Cómo conseguir efecto azúcar glas pero con colorido?

· ¿Que receta pequeña sirve para hacer un gran pastel de chocolate?

Las dos primeras preguntas se responden a la vez. Se añade a la glasa algo más de azúcar glas y agua, para volverla más débil. Se extiende sobre un papel de horno y se deja secar, es importante que esté completamente seca cuando la cubramos con otro papel de horno y le pasemos un rodillo por encima, unas cuantas veces. Listo, tenemos un polvo fino y de color, no es exactamente azúcar glas, pero como se ve en las fotos cumple su misión decorativa con honestidad.

Y vamos con la tercera receta, Hace unas semanas tuve dos conversaciones muy similares. Una con mi amiga Gloria en Facebook, y otra con mi amiga, vecina y tocaya Miriam en la piscina… Ambas conversaciones versaban sobre lo grandes que son las recetas… Así que quería dar con una receta pequeña, una de la que saliese la cantidad suficiente para dos personas, tres a lo sumo, y no para 12. Generalmente el problema son los huevos. Así que fijé ese parámetro a un huevo pequeño y tras varias pruebas llegue a la siguiente distribución de los ingredientes:

–          1 huevo.

–          40 gr de chocolate con alto contenido en cacao, a partir del 50%.

–          10 gr de cacao puro desgrasado, sirve Valor.

–          1 cucharadita de agua.

–          30 gr de mantequilla con sal (o sin sal + un pellizquito de sal)

–          ¼ de taza de azúcar glas

–          2 cucharadas de almendras molidas.

Prepararlo no puede ser más fácil.

Paso 1

Calentamos en el microondas, La mantequilla el chocolate y el cacao. No lo calentamos mucho y terminamos de integrar los ingredientes  removiendo.

Paso 2

En otro cuenco batimos muy bien el huevo y la añadimos el azúcar y la harina de almendras.  Revolvemos un poco.

Paso 3

Añadimos el resultado del paso 2 al paso 1. Mezclamos. Repartimos en tres moldecitos engrasados. Y al horno precalentado a 180º durante 10 minutos.

Es un pastel fragante, de sabor fuerte y húmedo, muy húmedo. Si nos pasamos con el horno lo arruinamos.

Va bien con cualquier cosa, pero aprovechando que tenía double cream, monté un poquito y se la puse por encima… Fueron vistos y no vistos.

Y lo mejor de todo, por casualidad, son sin gluten, lo cual es fantástico y vuelve a esta receta pequeña todavía más grande.

Un beso, Miriam G.

Flores de Otoño I

La época del año en la que más echo de menos Ponferrada es esta. Me encantaban las cosas de después de la Encima. Los aceroles, el olor a pimientos, volver al instituto, pero por encima de todo las castañas. No hay nada en el mundo que me guste más que una castaña asada, nada.

Me gustan pilongas, cocidas, en cremas dulces o saladas. En almibar también. Y estas son las que he utilizado para preparar esta receta. Si se le puede llamar receta a un postre hecho de remiendos:

· Pasta Filo

· Castañas en almibar

· Crema rápida de limón.

Empecemos por la explicación de la crema de limón, que he estado a punto de llamar, crema sin sofisticación. No me la he inventado yo,  en el Bierzo forma parte de muchas cartas. Los ingredientes son sencillos y para elaborarla solo tenéis que revolverlos:

· Yogur de limón o natural según el gusto.

· Leche condensada al gusto, a mí me gusta con poca.

· Zumo de limón, lo habéis adivinado, al gusto, a mi me gusta con mucho.

Combinar esta crema de limón con castañas, tampoco es idea mía. Pero aquí llega mi parte, servirla en flores de pasta filo. Y es sencillísimo prepararlas. Sólo hace falta papelitos o moldes de magdalenas, pasta filo y el almibar de las castañas…

Formando flores de pasta filo

Cortamos la pasta filo con cortadores redondos de distintos tamaños, y la disponemos primorosamente para que los distintos círculos formen una cestita-flor. Cada pétalo lo humedecemos con un poco de almibar, para que se peguen entre sí y no se partan. Horneamos hasta que estén doradas, esperamos a que se enfríen para desmoldarlas. Y reservamos hasta la hora del postre.

Justo en el momento en el que las vayamos a servir les ponemos una castaña en la base, las rellenamos con la crema de limón y las coronamos con otra castaña. ¡Listo! Tenemos un postre sencillísimo, riquísimo y que dejará a nuestros invitados con la boca abierta y hecha agua.

Un beso, Miriam G.

 

Probablemente la peor tarta que se haya hecho nunca…

…estéticamente hablando porque, como podéis ver, estoy a años luz de dominar la manga pastelera y de hacer un layer cake decente. Pero no me importa, porque donde concentré todas mis energías fue en el sabor de la tarta. Como soy mujer de ideas fijas, me he quedado prendada de la receta para cupcakes de vainilla de Magnolia Bakery y la he vuelto a utilizar, pero en vez de repartir la masa en 30 cápsulas, la repartí en 2 moldes de 20 cms de diámetro y la tuve 45 minutos aproximadamente en el horno sin aire a 170 grados.

Para la cobertura pensé en algo que tuviera a mano y que fuera lo más natural posible y, por supuesto, que aguantara el calor, que en Málaga no es poco. Así que pensé en hacer un swiss meringue buttercream (SMB) en Thermomix y, lo mejor de todo, con albúmina deshidratada. Ya que tenemos nuestro bote de albúmina Sosa para hacer glasa, ¿por qué no aprovecharlo para hacer merengue? Me fui de cabeza al blog de Sweetapolita a buscar su receta de SMB. Utilicé la mitad de las cantidades que indica porque utilizar 16 claras de huevo me pareció un poco excesivo y no iba a caber todo en la Thermomix. Como vamos a utilizar albúmina tenemos que partir de esta proporción:

4 gr de albúmina + 30 gr de agua= una clara de huevo

Por tanto, si queremos obtener 8 claras, necesitamos 32 gr de albúmina y 240 gramos de agua.

Ojo: estas cantidades están pesadas con un peso digital doméstico, puede haber variaciones con respecto a lo que pese en otros pesos domésticos

Bueno, no os mareo más con números y os pongo los ingredientes del SMB:

– 32 gramos de albúmina o su equivalente en cucharas medidoras: 5 tablespoons y 1 teaspoon

– 240 gramos de agua

– 560 gramos de mantequilla cortada en cubitos que esté blandita al tacto, pero que siga estando fría

– 2 tazas de azúcar  ó 450 gr.

– Cremor tártaro

Preparación:

Es muy importante que tanto los recipientes como los utensilios que entren en contacto con lo que serán claras estén completamente libres de grasa, y eso incluye también el vaso de la Thermomix, tapa, mariposa, cubilete y espátula. Si el algún momento del proceso las claras entran en contacto con algo de grasa, nunca veremos el merengue montado.

El día anterior ponemos a hidratar la albúmina en el agua para obtener las claras. Una vez reconstituidas las claras, las echamos en el vaso, que tendrá ya la mariposa puesta, después el azúcar y un poquitín de cremor tártaro. Batimos a velocidad 3 y media, durante 8 minutos (8 claras) y a 60º de temperatura. Cuando acabe debemos tener algo así:

Ahora, metemos el merengue en el frigo hasta que se enfríe por completo. Cuando ya lo esté, es turno para añadir la mantequilla. En este paso no hay una velocidad constante, dependerá de cómo se vaya integrando la mantequilla, pero el rango está entre el 2 y medio y el 3 y medio. Te lo va pidiendo la mezcla que vamos obteniendo. Eso sí, partimos del 2 y medio y vamos incorporando los cubitos de mantequilla de uno en uno por el bocal. Llegará un momento de pánico en el que veamos que se ha cortado la mezcla pero, creedme, hay que seguir adelante, en este momento pasamos a velocidad 3 y media para darle un empujoncito a la mezcla que terminará pareciéndose a esto:

Le añadimos un chorrito del aroma que nos guste y un poquitín de colorante, batimos un poco más y obtenemos esta preciosidad:

Me sorprendió gratamente lo bien que aguanta este SMB el calor, y ha pasado una prueba bastante dura porque hablamos del calor de Málaga en pleno verano :). Cuando lleva un rato a temperatura ambiente no se viene abajo, sólo se pone un poco más brillante pero aguanta el tipo:

Por último os dejo una foto de lo que me ha traído de Nueva York mi cuñado Ángel. Para él será un detallito, pero yo me quedé con la boca abierta, porque me ha encantado y porque no puedo creer que, sin él saber nada, haya habido tanta casualidad:

 Habrá que hacer otra tarta para estrenarla 😉

Un beso,

Estíbaliz

 

¡Refréscate!

«¡Ojú, qué caló!» suele ser una de las frases habituales de mis paisanos malagueños cuando aprieta la canícula. Para refrescarnos por dentro os traigo una receta totalmente «novedosa»: yogur. «¿Y esto a que viene ahora, quillo?» Pues que Germán ya no quiere tomar más leche y, teniendo en cuenta que cuando escribo estas líneas tiene 6 años, hay que buscar alternativas necesariamente. Si una compara los nutrientes de la leche de vaca y los de los yogures habituales con los que traía la leche de crecimiento que se ha estado tomando hasta ahora, son más bien escasos, así que para que se los siga tomando (y yo me quede más tranquila) se lo transformo en yogur 🙂

Para los que no lo sepáis, los ingredientes que se necesitan son:

– Un litro de leche

– Un yogur blanco

– Azúcar al gusto

Y opcionalmente, ya que con esto de las galletas tengo un arsenal de colorantes y aromas, unas gotitas de cada para variar un poco la cosa. «¿Colorante y aromas?» ¿Por qué no? Si te fijas en la etiqueta de los yogures es lo que pone. Pues eso.

Como sabréis, el yogur es leche fermentada por unas bacterias (en este caso beneficiosas) y para que las bacterias se reproduzcan, no hay nada mejor que el calor. Para conseguirlo, calentaremos en un cazo el litro de leche con el yogur y el azúcar (y el aroma y el colorante si decidimos usarlos). No esperamos que hierva, ni siquiera que esté a punto de ebullición, con que esté calentito es suficiente, sin que llegue a quemar. Lo apartamos del fuego y reservamos durante 8 horas tapado con papel de aluminio y a su vez con un paño de cocina y esperamos a que nuestras amiguitas se multipliquen. A las 8 horas tendremos un bonito litro de delicioso yogur, más bien líquido, que nadie espere que se queda como los que vienen en los packs de yogures envasados.

Y para refrescarnos por fuera os dejo unas galletas con forma de abanico:

Un beso,

Estíbaliz