Boquillas que se atascan

Hoy una breve entrada que no lleva a ningún sitio, pero que pretende encontrar un camino.

Como sabéis por esta entrada, ni Estíbaliz, ni yo, llevamos mucho tiempo usando boquillas del 0 y del 00, es más, digamos que las del 00 no hemos conseguido utilizarlas. ¿Y por qué? Porque se nos atascan.

Es la primera vez en mi vida en la que me arrepiento no haber estudiado algo más de Mecánica de fluidos. Así que, sin ninguna base teórica y sólo fruto de la observación, he llegado a la siguiente conclusión: el movimiento, fluidez para entendernos, de la glasa cuando sale por una boquilla no es un parámetro independiente de la misma. Y me explico: si usamos una boquilla del 2 para perfilar la galleta con glasa de consistencia “regla de los 10 segundos”, vemos que cae tan despacio que podemos  manejarla como si fuera la cuerda de una cometa ¿verdad? Pero si cambiamos la boquilla y usamos una boquilla del cuatro para rellenar el contorno que acabamos de dibujar, de efecto cometa nada de nada, es barro saliendo a borbotones por una cañería.

Entonces es cuando me decís ¿dónde está el problema? Haces la glasa más fluida cuanto más pequeña sea la boquilla y santas pascuas. Pero es que una vez que la glasa cae sobre la galleta es de fluida lo que fuera. Es decir que si es muy líquida a ver quién es capaz de hacer un 8 en lugar de dos circulitos.

Es pues una cuestión de equilibrio. Tiene que atravesar un ridículo orificio y después de eso no desparramarse. Aquí la cosa deja de ponerse científica y tiende hacia las artes ocultas.

Todo esto viene a cuento de una conversación hilarante que leí hace un par de noches en facebook. ¿Alguien ha filtrado la glasa usando una media? Yo no, pero creo que mi cocina terminaría como Waterloo.  ¿Alguien sabe cómo conseguir una glasa firme pero muy muy fina?

A mí se me ha ocurrido, meter la glasa en la manga como siempre y en lugar de boquilla colocarle un filtro de café y supongo que necesitaré hacer mucha presión pero si sale algo quedará más fino. Ya os contaré en que acaba mi aventura. Pero por favor me encantaría que compartieseis aquí vuestras experiencias.

Muchas gracias a vamosalculete, que por cierto hace unas galletas preciosas por fastidiarme las vacaciones ya que sus enriquecedores comentarios han perturbado mi tranquilidad y sólo puedo pensar en encontrar la piedra filosofal.

Un beso, Miriam G.

How to make a Ruffle Cake con galletas

La casita Dulce de  las flores organiza hoy un concurso de mini tartas, os invito a todos a que asistáis, comienza a las 5, y sobre todo a que votéis la mía je, je, je (risa malvada).

Desde bautizo de Marta, la hija de unos buenos amigos, en Marzo, no había vuelto a hacer ninguna tarta.  Y a punto he estado de hornear un bizcochito y elaborar un poco de  swiss butter cream, pero finalmente horneé galletas, redondas y grandes y glasa muy densa.

Preparé también unas cuantas flores de fondant, el centro es de  glasa y de azúcar corriente y moliente, cuando se seca, el azúcar sobrante se elimina con un pincel de cerdas suaves.

Cubrí  una galleta para que fuese la tapa de la tarta, simplemente le eché un montón de glasa líquida encima y dejé que se secase  encima de un vaso.

Para montar la tarta, entre galleta y galleta pegotito de glasa y después como si fuese una tarta de bizcocho cubrí todo el lateral con más glasa. Deje secar un rato y aproveché para rezar y visualizar este video unas 49 veces.

Y realmente es así de fácil, la parte estrecha de la boquilla de pétalo (104 en mi caso) mirando hacia fuera, la manga muy vertical, movimientos de lado a lado y listo.

Ya tenéis vuestro Ruffle Cake.

Un beso, Miriam G.

No prepares glasa con humedad ambiental y otros 10 errores a evitar

Llevaba meses queriendo hacer galletas para mis dos preciosos sobrinos, niño y niña, viven en Madrid. La semana pasada me lo marqué como objetivo único y excluyente, hacer un buen montón de galletas, muy sabrosas, y con dibujitos animados, y ninguna galleta más hasta que no terminase ésas.

Problema número 1: la masa. Tuve que hornear dos veces las galletas, porque como todos sabemos “festina lente”, y por no esperar a que la masa estuviese lo suficientemente fría antes de estirarlas, me salieron burbujas en la mitad de la galletas. Solucionado, me las he comido.

Problema número 2 (y gordo): la glasa. ¿No os ha pasado alguna vez que después de 100 mayonesas perfectas, una mañana se os corta una vez tras otra? A mí no. Nunca. Y con la glasa tampoco: siempre dura como una piedra al secarse… hasta la semana pasada. Entre viernes y sábado preparé glasa 4 veces y, siempre parecía ir todo bien, las dos primeras veces incluso las teñí de varios colores. Pero con el paso de las horas en lugar de endurecerse adquiría un aspecto ligeramente poroso y al presionar con mi dedo se hacía polvo. Siempre que hago glasa cojo una boquilla del 16 y echo sobre un papel de horno una tirita, al cabo de un rato largo se endurece de tal manera que cuesta romperla, y si se rompe se hace trozos en vez de convertirse en polvo.  Este es el aspecto (consistente) que tiene que tener:

Los que vivís en Málaga sabéis el tiempo que tuvimos el fin de semana: levante y una humedad que se cortaba. Pero en Málaga no ocurre como en Mary Poppins, donde se canta “Viento del este y niebla gris, anuncian que viene, lo que ha de venir” y entonces llegaba una bruja buena, Mary Poppins. Aquí (Málaga) llega una bruja mala que te arruina la glasa con una facilidad misteriosa.

El domingo a media tarde cambió el viento, entró poniente que se llevó la humedad ambiental (¡Desde mi terraza creo que podía ver hasta Fuengirola!) Los colores del horizonte eran otra vez brillantes, como patrocinados por la gama “electric” de Americolor. Con poniente y sin humedad la glasa me salió perfecta.  Conclusión, nunca hagas glasa si el viento no es favorable ja, ja, ja.

Aquí os dejo otras 10 cosas que intentamos evitar:

•    No te comas la masa cruda:  engorda
•    No te comas la masa horneada:  no te engañes, sigue engordando
•    No te comas la glasa:  sí, no lleva grasa, pero también engorda.
•    No tires la glasa que te sobra, puedes hacer rosas o centros para margaritas, por ejemplo.
•    No hagas nunca las galletas justas:  siempre se rompe alguna, o la estropeas, o tu hija te la quita.
•    No dejes nunca las galletas al lado cerca de algo que se pueda derramar, porque se derramará, y lo hará sobre ellas.
•    No te inclines sobre las galletas cuando las estés decorando (ya sé que estás cansada) pero las líneas y tu espalda saldrán perjudicadas. (Elevate your work)
•    No le añadas agua a la glasa sino es con un flis-flis.
•    No te pases añadiendo colorante, los tonos suben, para cuando las burbujas de aire lleguen la superficie, tendrás un tono o dos por encima del original.
•    No uses una manga pastelera 4 horas después de haberla llenado. El agua se habrá separado y te arruinará la galleta. Sácala, remuévela y vuelve a esperar a que suban las burbujas. Parece un rollo, pero no lo es tanto con este método.

Para acabar os recomendamos una lectura similar a ésta, pero de mucha mayor utilidad: 10 Keys to Cookie Decorating Success {Or 10 Mistakes to Avoid}

Casi no las pongo, estas son las galletas que van camino de Madrid:

Cómo llenar una manga pastelera para no desperdiciar (casi) nada de glasa

How to fill the pastry bags for waste (almost) nothing of royal icing.

No sé si os pasa, pero a nosotras sí, muchísimas veces tenemos que llenar una manga pastelera para decorar dos o tres galletas. Esto ocurre por dos motivos:  motivo uno, un bebé reclama imperiosamente nuestra atención y tenemos que posponer  la decoración hasta que se duerma, circunstancia que puede acontecer a la media hora o a las 12 horas. Motivo número dos: que sólo tengamos que decorar dos galletas porque, por ejemplo, estemos experimentando con un nuevo diseño.

Después de decorar esas dos o tres galletas ¿qué hacemos? Pues vaciar la manga pastelera que queda inservible y desperdiciar el montón de glasa que se queda pegada en dicha manga.

Un día vimos un video con un método alternativo que nos condujo a la solución. Lo modificamos ligeramente para acomodarlo a nuestro gusto. Y aquí lo tenéis. Las fotos casi no necesitan explicación.

El único elemento adicional es el plástico  film  (muy fácil de encontrar en los armarios de la cocina de vuestras casas).

Nosotras usamos un poquito menos de papel del que usa Karen en el vídeo (somos muy ecológicas).  En uno de los extremos hacemos un nudo y el otro lo introducimos en el adaptador de  la boquilla. Y después el conjunto en la manga pastelera.

No tiene que salirse así la glasa, pero me temo que me entretuve demasiado haciendo la foto.

Colocamos la boquilla y ya tenemos la manga lista para decorar. No cerramos la parte de atrás de la manga porque no corremos el peligro de que la glasa se escape ya que hemos cerrado el paquetito con un nudo y porque además usamos el resto de la manga como si fuera el gato de un coche: para transmitir la fuerza, basta ejercer una mínima presión para que salga la glasa  de forma constante. Así conseguimos que no se nos canse el brazo (supongo que ya habéis experimentado eso de decorar 200 galletas y pensar que te quedabas sin brazo).

Cuando terminamos de decorar, sacamos el paquetito del plástico film y lo vaciamos en el contenedor donde teníamos almacenada la glasa y comprobaréis que apenas se desperdicia nada.

Y fijaos en la manga pastelera, lista para algún uso más.

¿Y qué hacemos cuando tenemos necesitamos todavía menos glasa? ¿Cuándo tenemos que decorar algo sencillo y pequeño como la hierba de esta iglesia?

Pues llevar al extremo «el método del caramelo de plástico film» y no usar manga. Basta con envolver el «caramelo» dos veces para evitarnos disgustos e introducirlo el adaptador, teniendo cuidado de pillarlo un poquito con la boquilla para que quede más seguro.

Si vais a decorar muchas galletas os puede resultar interesante este video de Sweetopia:  Cookie Decorating Tools & How to Fill a Piping Bag

Espero que este tutorial os pueda resultar de alguna utilidad. No olvidéis dejar vuestros comentarios y sugerencias. ¡Estamos encantadas de saber que estáis ahí!

Un beso, Miriam G.