Tartaletas de gazpacho para acompañar a la mejor cecina del planeta

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¡Reto no conseguido! Tras varios intentos, me he dado por vencida sin haber conseguido preparar una receta con la cecina de León de Embutidos Entrepeñas. Está tan tan rica, que ninguna elaboración le hace justicia. Así que al final me he tenido que conformar con prepararle un acompañamiento y disfrutar de ella sin más, experiencia que os recomiendo.

Si queréis leer más sobre esta cecina podéis hacerlo en este artículo.

Advertencia: En mi casa ahora tenemos un problema, mi hija María ha empezado a rechazar el jamón ibérico, del que era una gran fan, y solo quiere cecina de la buena. ¡Benditos tiempos modernos que nos permiten comprar la cecina por Internet!

¡Vamos con la receta!

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Masa quebrada salada de almendras

Ingredientes:

  • 200 gramos de harina
  • 50 gramos de almendras
  • 125 gramos de mantequilla en dados
  • 1 cucharita de sal
  • 1 cucharita de azúcar glas
  • 50 ml de agua fría

Ponemos los ingredientes secos en el vaso de la batidora o robot y le damos unos golpes de turbo. Si el aparato en cuestión no tiene esta función no nos quedará otra que tamizar. Añadimos a continuación la mantequilla y le damos unos golpes de turbo, o a velocidad máxima hasta obtener una especie de arena. Añadimos el agua fría y batimos lo mínimo a velocidad media alta hasta obtener una masa. La sacamos, la estiramos y la colocamos sobre los moldes con la mínima manipulación posible. Dejamos reposar en los moldes en la nevera al menos una hora.

Amigas y amigos galleteros, no tengáis la tentación de amasar, esta masa huele a mantequilla como la masa de galletas, tiene el mismo color y una textura parecida, pero es mucho más húmeda, el agua que lleva desarrollará las cadenas de gluten al segundo meneo, así que por favor, no la amaséis si no queréis que empiece a contraerse y pierda esa textura quebradiza que la hace tan deliciosa.

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Gazpacho sin pan pero un poco más espeso

  • Tomates de pera, bien maduros… aproximadamente un kilo
  • Un diente de ajo.
  • Medio pimiento rojo, atención: es importante que sea rojo.
  • Media cebolla
  • Un pepino pequeño
  • Dos cucharitas de sal.
  • Una cucharada generosa de vinagre de jerez
  • 100 gramos de aceite de oliva virgen extra
  • 2 gramos de agar agar

Se echan todos los ingredientes vegetales en la batidora o robot de cocina hasta obtener un resultado lo más fino posible y, a continuación, se pasa por el chino.
Una vez colado, se añade el vinagre y la sal, y vuelta a la batidora, la cual evidentemente habremos lavado previamente, y añadimos el aceite al hilo.

Separamos una tacita de gazpacho y le añadimos los dos gramos de agar agar, la ponemos al fuego y, justo antes de que rompa a hervir, retiramos del fuego, se lo añadimos al resto y removemos.

Rellenamos las tartaletas, esperamos a que espese y le colocamos como decoración un corazoncito de cecina para demostrar nuestro amor.

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Un beso, Miriam G.

¿Bailas, princesa?

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Últimamente se me puede ver por el pasillo dando ridículos saltitos ochenteros y pegando grititos: “Holiday Celebrate”. No le encuentro sentido ni explicación, pero apostaría que es mi subconsciente pidiendo descanso. Ha sido un año de muchos talleres y poco horno, y eso pasa factura.

Para nivelar la balanza y alejarnos del ordenador  nos apuntamos a un taller con Fran Segura en La Mesa Málaga, como siempre resultó un placer y muy instructivo. Tuvimos  la suerte de coincidir con María Ángeles Sánchez Serrano, a la que adoramos. A María Ángeles nunca le falta ni una palabra amable, ni una sonrisa. A pesar de quererla mucho, la amenazamos de muerte si no empezaba pronto a decorar las galletas con glasa. Ella, no falta de razón, se quejaba de que con el poco tiempo del que dispone le resulta imposible llenar mangas de 5 colores y usar tres o cuatro consistencias distintas.

Estas galletas son en su honor, una sola manga, una sola boquilla, una sola consistencia y un solo color para la glasa. De acuerdo, tienen el truquito de la pintura, pero pintarlas lleva unos 10 segundos por galleta y en mi caso nada, porque las pintó María, una niña de 5 años.

La consistencia que vamos a utilizar es la de perfilado y relleno, una consistencia de compromiso, lo suficientemente densa para que el perfil aguante el relleno, y lo suficientemente fluida para borrar los bordes y nivelarse agitando un poco la galleta. La boquilla, un 2 de PME. El color, rosa.

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Paso 1
Las áreas pequeñas no aguantan bien el volumen, como sabéis se hunden, para solucionarlo vamos a usar dos trucos:

  • Echamos una capa muy, muy finita, para el cuerpo del vestido, para esto tendremos que poner muy poca glasa y ayudarnos con un palillo para repartirla.
  • Ponemos un refuerzo en lo que será el cuello del vestido

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Paso 2
Rellenamos pliegues alternos del vestido y esperamos a que se seque su superficie antes de seguir. Les podemos dar cierto volumen, quizá alguno se hunda un poquito, pero no nos importa, cuando los pintemos conseguiremos un efecto muy natural.

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Paso 3
Rellenamos los pliegues que nos faltaban. Y esperamos a que se sequen.

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Paso 4
Pintamos con una pintura metálica el vestido.

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Yo he utilizado esta:

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Paso 5
Les ponemos cuello y cinturón en el mismo color a los vestidos y esperamos a que se sequen. Preparamos pintura metálica un poco más oscura añadiendo colorante a la que tenemos y los pintamos.

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¡Hemos terminado!

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María Ángeles ahora ya no tienes excusa: ¡a decorar!

Un beso gordo, Miriam G.

¡Vuela, mariposa!

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Después de pasar varios meses con la cara pegada a la pantalla del ordenador y con cierta otra parte del cuerpo pegada a una silla, por fin he conseguido llegar hasta la cocina y he podido pegar la cara a la puerta de mi horno. Y no solo eso, hasta me ha dado tiempo a echar dos o tres tardes disfrutando con la manga pastelera. Ya casi se me había olvidado (espero que las chicas de nuestros talleres de galletas no lean esta parte jajajajaja)

Y tenía muchas ganas de hacer unas mariposas, en tonos pasteles y con mucho rosa a lo «girly style». Como ya sabéis, nos gusta mucho cuidar el horneado de las galletas. Además de usar tapetes de tipo silpat para que queden más lisas por la cara inferior, estamos muy pendientes de ellas para que no se tuesten. ¿Qué ventaja tiene esto? Pues que al quedar tan blanquitas y lisas, puedes aprovechar el revés para decorarlas y hacer unas mariposas que parezcan que vayan a volar.

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Lo primero que tenemos que hacer es estirar la masa muy finita, de 2 mm de grosor. Luego decoramos por un lado con glasa (en este caso lleva decoraciones wet on wet), y esperamos hasta el día siguiente para que se seque un lado y poder decorar el revés. Cualquiera de esos dos días podemos ir haciendo los cuerpecitos, que no son más que bolitas de glasa madre, cubiertas luego con glasa más fluida (la primera hace las funciones de cimientos para que no haga crack y la segunda para que la superficie quede lisa). Al tercer día ya podemos hacer el montaje. Solo hay que echar en el borde de cada ala un hilo de glasa madre que hará las veces de pegamento y dejarlas secar un par de horas en algún recipiente curvo. Yo usé unas bandejas para hornear barras de pan que tenía en casa(esperando a que las estrene algún día)

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Una vez secas ya están listas para comer, mejor dicho, para echarlas a volar

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¡Hala, a volar!

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Un beso,

Estíbaliz

Tartitas de queso para un reto

Hace unas semanas aceptamos gustosas el reto tan tentador que nos lanzó Canal Cocina:

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El que os traemos, además de barato, es fresquito, y mucho más fácil de preparar de lo que parece. Se puede dejar hecho con antelación, y admite variaciones según el gusto de cada uno, pero sobre todo es delicioso y altamente adictivo. Os aconsejamos que preparéis de más, porque vuestros invitados querrán repetir.

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Vamos a empezar por la galleta de dátiles y agua de azahar. Para cuatro tartitas necesitaremos:

• 150 g de galletas tipo “Digestive”
• 75 g de dátiles sin hueso
• 50 g de mantequilla
• Unas gotitas de agua de azahar

En el robot de cocina trituramos las galletas y los dátiles, añadimos la mantequilla a temperatura ambiente y el agua de azahar y batimos. Con las manos amasamos hasta conseguir una pasta maleable.
Estiramos la masa con un rodillo, y la enfriamos en la nevera para poder después cortar los cuadrados que serán las bases de nuestras tartas.

La tarta de queso en sí misma:

• 250 g queso de Burgos (sin sal, evidentemente)
• 100 g de azúcar
• 50 g de harina
• 80 g de huevo
• 75 g de mantequilla

Batimos el azúcar con el huevo y, cuando empiece a blanquear, incorporamos el resto de los ingredientes. Batimos hasta obtener una mezcla uniforme, aunque de textura ligeramente granulosa.

Con la mezcla anterior se rellenan los moldecitos de silicona casi hasta arriba. Y tapamos con las galletas de dátiles:

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Horneamos 25 minutos a 170 -el tiempo es orientativo- ya que las tartitas están listas cuando el cuchillo sale prácticamente limpio, pero no del todo. Es importante no sobre hornear esta receta.

Dejamos enfriar sobre una rejilla y, cuando han alcanzado la temperatura ambiente, las metemos una hora en la nevera.

¡Y ahora ha llegado el momento más divertido de todo el proceso! El momento en el que agarramos el descorazonador de cupcakes y vaciamos el centro de la tartita para comérnoslo… no, no, para rellenarla de mermelada de cerezas negras.

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Si tenemos tiempo y humor podemos preparar unas tapitas de caramelo para la presentación. Ponemos azúcar y nada más en una sartén, calentamos sin mover a fuego medio y, cuando el caramelo esté a punto, vertemos un poco sobre un tapete de silicona. Esperamos unos segundos, cuando empieza a templarse colocamos encima el cortador cuadrado que hemos utilizado para las galletas y apretamos con fuerza, esperamos otro poco y quitamos los bordes alrededor del cortador con un tenedor. Esperamos un poco más y desmoldamos con cuidado. Repetimos la operación con un cortador redondo y pegamos las dos partes de la tapa con un poco de caramelo.

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No, no hemos usado polvo de oro para decorar. Es mucho más barato que eso: el caramelo que nos ha sobrado lo pulverizamos y lo utilizamos para decorar el plato. Y ya está: ¡postre terminado!

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Un beso, Estíbaliz y Miriam.